Si me pidieran contar una experiencia que tuve con Páginas Amarillas, pues la primera que se me viene a la mente es la historia de cómo aprendí a leer.
Si bien mi abuela me leía un cuento todos los días – era época de apagones -, cada vez que llegaba la nueva guía telefónica me empecinaba en ver las letras, dibujos y las fotos, a las que fui asociando de a pocos con las palabras.
Relacionando figuras con letras, el grueso libro de color amarillo me permitió conocer los significados y los sonidos de modo más rápido que otros niños.
lunes, 7 de enero de 2008
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